El proyecto se divide en tres niveles:

El espacio de relación en planta calle donde los muros que sujetan el forjado de sótano asoman por encima de éste para darse a la ciudad como bancos, pasillos exteriores o juegos de niños, en un parque que genera situaciones diversas. El proyecto amplia el parque existente para llevarlo hasta Las Ventas y modifica la acera para convertirla en plaza y fundirla con el parque.

El espacio de evasión en planta sobre la calle donde se utiliza el sonido de la m-30 para que a modo de mantra aisle al individuo de su entorno inmediato.

El espacio de culto en planta bajo la calle donde se utiliza el muro de hormigón de doble curvatura que bañado por la luz cenital crea una atmosfera de misterio un mundo que no puedan descifrar fácilmente los sentidos. Se trabaja con la confusión; las paredes rectas se curvan, los espacios se contraen y se expanden en un recorrido que adquiere protagonismo en si mismo. Este espacio prepara al individuo sicológicamente para la actividad que va a desempeñar.